Sin tiempo a digerir una noticia,
enseguida se ha presentado otra. Tras el resultado de las últimas elecciones al
Parlamento Europeo, en las que el principal protagonista además de la aparición
de PODEMOS, es el descalabro de los dos grandes partidos, días después, y como
en un perfecto guión, del mejor de los escritores, se produce la abdicación de
Juan Carlos I. Así que vamos por partes.
El domingo 25 de mayo se celebraron,
en España, al igual que en el resto de Europa, las elecciones al Parlamento
Europeo, donde han conseguido muy buenos resultados todas aquellas formaciones
políticas que critican el actual sistema económico y político del viejo
continente. Los cimientos del neoliberalismo podrían verse algo resquebrajados.
Pero yendo a nuestro país, dos
apuntes muy importantes a valorar. Por un lado, la aparición de PODEMOS, de
Pablo Iglesias, que se dio a conocer en las tertulias políticas de las
diferentes cadenas televisivas, en algunas más asiduas que en otras. Ha sido, y
esperemos que siga siendo, el altavoz del desencanto de los ciudadanos
españoles, el que ha puesto voz a todos los problemas que estamos sufriendo en
este país, el que ha dicho cuán contaminado está el sistema político y judicial
de este nuestro estado. Es una bocanada de aire fresco para intentar oxigenar
el decrépito sistema actual, que algunos, todavía, denominan democracia.
Ante su aparición, y que parece que
ha venido para quedarse, los grandes partidos, que han sufrido una sangría como
nunca se había vivido en nuestra democracia, han empezado a utilizar la
estrategia de la desacreditación, del ataque liso y llano contra sus
propuestas, contra la persona, y todo porque han visto como su chollo parece
que se les va de la mano. Porque la gente, totalmente desilusionada, ha planteado
el fin del bipartidismo, porque a este triunfo sin paliativos de esta
formación, está el ascenso en número de votos de otros dos partidos que luchan
contra la alternancia y el rodillo que aplican tanto PP como PSOE.
Lo que ha quedado claro con este resultado
electoral, es que los grandes partidos, mantenedores del sistema actual, han de
reflexionar sobre lo qué está ocurriendo y cómo está ocurriendo, ya que todo se
está cargando sobre las espaldas de la ciudadanía, que está arruinada, en el
paro, con los servicios públicos esenciales recortados hasta la extenuación, y
sin perspectivas de mejora.
Todos los ataques que está sufriendo Pablo Iglesias,
no son más que una traslación de todos los miedos y temores que están teniendo
estos elefantes políticos de perder sus parcelas de poder, su chollo. Eso es
importante, es un momento crucial, porque ahora deben volver a ganarse a la
ciudadanía, bajar de sus estrados, abrir las ventanas y las puertas, y bajar a
la calle, con los ciudadanos, escuchar sus problemas, sus reivindicaciones, sus
anhelos. Deben trabajar para las personas, su principal función. Ojalá sirva
para algo.
Y la otra gran noticia, la
abdicación, el abandono de Juan Carlos I, como monarca de España. Puesto que
recibió de la mano de un dictador, y que se institucionalizó por las ansias de
paz y libertad de los ciudadanos españoles, tras más de tres décadas viviendo
bajo el dominio autoritario de un militar y su cohorte. Enseguida, los grandes
partidos, al unísono, y de la mano, ya han empezado a defender la sucesión en
su hijo Felipe, y tan pronto como se ha producido este suceso, el de la
renuncia a la Jefatura del Estado, miles de ciudadanos han salido a las calles
pidiendo la vuelta de la república, o la celebración del referéndum para elegir
el sistema político a partir de este hecho.
Ya está todo institucionalizado para
que el nuevo rey tome posesión el próximo día 18 de junio, desoyendo, una vez,
las instituciones a la población. Porque la población está pidiendo el derecho
a decidir, a que le dejen elegir el sistema político que se quiere ahora.
Porque la Constitución que actualmente está en vigor, no fue votada por una
gran parte de la población actual, por una pura cuestión de edad, y quieren que
les dejen elegir la opción que quieren, bien monarquía, bien república.
Lacerante es, sin duda alguna, la
forma de actuar del PSOE, partido que se definió como republicano desde su
nacimiento, contrario a la herencia de la sangre, y ahora sus líderes se
postulan adalides de la monarquía, insultando y menospreciando a todo aquel que
se opone a la misma, o que, simplemente, solicitan la posibilidad de elegir
libremente el sistema de gobierno español. Está atacando a las bases, a los
militantes que comulgan con un ideario político, a la memoria de un partido, de
unos hombres, que pelearon por defender una idea, y dejaron su vida y su
patria, y ahora las élites, atemorizadas, defienden el sistema actual, hay que
tener más coraje.
Yo, contrario a la monarquía
declarado, sé que si se hace el referéndum, esta opción, la del Rey como Jefe
del Estado va a salir adelante, porque ya se ocuparán los dos grandes partidos,
las instituciones y la práctica totalidad de los medios de comunicación de
intentar meter en la cabeza de todos los ciudadanos las bondades de un reinado,
criticando, vilipendiando y atacando lo que supone una república. Los grandes
países avanzados económicamente hablando del mundo, como Francia, Alemania o
Estados Unidos son repúblicas y nadie se mata por ello.
Aquí, una vez más, triunfaría el
miedo al coco República, origen de todos los males de este país, y se
vanagloriaría una y mil veces al Papá Rey. Pero, por favor, déjennos soñar, y
sometan a referéndum esta situación. Después, si perdemos, no tendremos más
narices que callarnos, pero acatando el resultado que decida la mayoría de la
ciudadanía, no la voluntad de unos cuantos.
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