Queridos
Reyes Magos de Oriente:
Sé que
estáis cansados, muy cansados, incluso extenuados, de tantas cartas que
recibís, pidiendo juguetes, deseos, anhelos, que vuestros ojos deben estar
pidiendo un descanso después de leer tantas palabras, tantas letras, tantas
alegrías, tantas penas, tantas ilusiones, y es, por eso, por lo que voy a
intentar ser breve.
Para empezar
os voy a contar quien soy yo, un humilde funcionario público local, pertenezco
a un grupo de trabajadores cuyo único y gran pecado es tener un trabajo que se
llama fijo, que, según algunos, somos inmunes a la crisis, que no tenemos
familiares con problemas laborales, sociales, económicos. Por esa razón, y
según los mismos, tampoco podemos ser desahuciados.
Soy, junto a
mis compañeros, el único culpable, el provocador, el que ha llevado a este país
a la crisis actual, y por ello nuestros superiores, los políticos, esos
honrados, capacitados y desinteresados hombres y mujeres que rigen los destinos
de este país, con el único fin de darnos una lección, pero, eso sí, contra su
voluntad, porque nos quieren y adoran, igual que un padre a un hijo, nos han
quitado la paga extra.
Y por ello,
por mi culpa, han tenido que destinar el dinero de los ciudadanos, de la salud,
de la dependencia, para salvar a un grupo que lo está pasando mal, muy mal,
realmente mal, el de los pobres banqueros, porque sus beneficios no son los
anteriores, ya que fueron engañados por los clientes que les pidieron
hipotecas, haciéndoles creer que las iban a pagar y sabían que no lo iban a
hacer. Fueron los que sufrieron el ataque de personas jubiladas que confiaron
el ahorro de su vida a un producto llamado preferente que los bancos no sabían
ni que existía, y siempre les avisaban, como buenas personas, que éste era un
producto muy muy malo, pero la gente con su egoísmo lo quería.
Por eso, me
han quitado la paga extra, porque es imprescindible para sacar al país
adelante. Esta es, sin duda, la gran medida, la que va a resolver todo el
problema.
Pero yo,
queridas Majestades, no me lo creo, y por ello me dirijo a ustedes para
pedirles una paga extraordinaria, para estas fiestas.
Prometo
portarme bien, gastarme el dinero en regalos para mis hijos y familiares,
prometo ir a comidas de compañeros, de amigos, y lo que me sobre lo destinaré a
cambiar el contenido de mi maltrecho ropero por nuevas prendas de vestir.
Y, quizás,
con ello, creo yo, con mi paga, con las de mis compañeros, que somos unos
cuantos a nivel nacional, quizás, dinamicemos un poco más el comercio, y si
éste tiene ingresos, los comerciantes necesitarán ayudantes que percibirán un
sueldo que podrán gastar en otros lugares, creando un círculo de ingresos y
gastos que permitirá que mucha gente pueda volver a trabajar, con lo que podrá
haber una circulación de dinero que llegue hasta la Semana Santa, y habiendo
dinero podrá pensar la gente en hacer viajes, reanimando el moribundo sistema
turístico del país, que podrá necesitar, fijaos, más gente, y vuelta a generar
más ingresos.
Y así, grano
a grano, el suelo del pozo en el que estamos metidos, quizás suba de nivel, y
podamos empezar a sacar, aunque sea un poco, la cabeza, que nos permita ver las
cosas con más optimismo y confianza.
Si decidís
traérmela, y a mis compañeros, no se lo contéis a Rajoy ni a Montoro, que se
pueden enfadar, se lo cuentan a la Cifuentes, y os pueden echar del país,
porque no tenéis papeles y entráis de noche en el país.
Esperando de
vuestra bondad e inteligencia y seáis capaces de hacernos este favor, que
seguramente, ayude al país entero, se despide una humilde persona, que piensa
que sus hijos tienen el mismo derecho que los de aquellos que han tomado la
decisión de robarme lo que me corresponde.
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