Pido perdón, a sabiendas que no los concedan,
por ser FUNCIONARIO, por haber decidido, hace ya muchos años, encerrarme a
estudiar, renunciando a los que otros no quisieron, esto es, fiestas, viajes,
en resumen, pasarlo bien.
Pido perdón, por elegir prestar un servicio a
la ciudadanía, entendiendo que esa es una opción tan respetable como otra
cualquiera.
Pido perdón, a sabiendas que no los concedan,
por tener un salario todos los meses en contraprestación a mi trabajo, al que
desarrollo, por intentar resolver cada día los problemas que se me plantean.
Pido perdón porque yo soy el que hace que se
cumplan las caprichosas decisiones, legislativas y tributarias, que dictan esos
mandamases que se creen con la razón, porque en unas horas, de enajenación
mental transitoria, el pueblo les dio su apoyo, creyendo se trataba de gente
legal, honrada.
Pido perdón por ser el obstáculo para que los
políticos puedan tomar decisiones y realizar actos que no se ajusten a ningún
criterio.
Pido perdón, a sabiendas que no los concedan,
por tener varios años un sueldo congelado, porque mi salario siempre ha estado
por debajo de las previsiones más optimistas del gobierno, que después se han
tornado mentira.
Pido perdón, porque después de sacrificios,
esfuerzos, recortes y ataques sin fin, tengo un sueldo que supera la barrera de
los míticos mil euros, al menos en mi caso, pero no el de la mayoría de mis
compañeros.
Pido perdón, porque mientras unos, por un
lado, sin cualificación, sin experiencia, y por otro lado, otros sin escrúpulos,
sin miramientos, ganaban y derrochaban dinero a espuertas, gastaban ropa que se
me antoja inalcanzable y conducían vehículos de gran cilindrada, todo eso
estaba vedado para nosotros.
Pido perdón por haber pinchado la burbuja
inmobiliaria, esa que hacía que en este país, unos cuantos se ganaran un dinero
sin hacer nada, por estallar un sistema que se mantenía en el aire, y que
explotó por nuestra culpa.
Pido perdón porque por mi culpa los políticos
han derrochado dinero sin fin en obras megalómanas, en edificios inútiles,
porque he hecho crecer su ego.
Pido perdón por tener una hipoteca, por pagar
todos los meses las letras, por tener mis nóminas totalmente controladas por
Hacienda, sin posibilidad de dinero por debajo de la mesa, y viviendo con el
yugo encima que si algún día me equivoco mi nómina está ahí para responder.
Pido perdón por tener una nómina que es pública,
por no cobrar dinero en negro, por no cobrar por realizar horas extras, que me
están vedadas, y si algún día hay que hacerlas, me las pagarán en días, nunca
en dinero.
Pido perdón por ser el único, junto con mis
compañeros, culpable de la crisis que atenaza a este país, y que ha obligado a
los honrados políticos, personas de gran corazón e inteligencia, junto con los
sufridos banqueros, a tomar medidas que no hubiesen querido nunca hacer.
Por eso, merezco quedarme sin la paga extra
de Navidad, porque no la merezco, porque soy un privilegiado, y porque con mi
gran sueldo tengo bastante, y gracias.
Por eso, merezco ser apaleado por el pueblo,
por los ciudadanos, por tener trabajo, por tener la osadía de querer que me
paguen por mi trabajo.
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